Fragmento de "Ofelia (la foto que cambió mi vida)".
Una pendiente interminable, no
muy pronunciada, pero sí agotadora serpenteaba los inmensos jardines llenos de
flores multicolores. El aroma del lugar era el de la naturaleza en su máxima
pureza. El sonido del agua que corría por los canales lo acogían en una cálida
paz. Llamó su atención la soledad en la que se encontraba en semejante paraje.
El sol atravesaba con sus rayos las copas de los gigantescos árboles formando
una especie de calidoscopio etéreo y
fantasmal. A lo lejos, llegó a sus oídos el sonido de una musiquita extraña,
casi risueña. Intentó seguir el sonido pero se le hacía confuso orientarse
entre tanto árbol y tanta flor. Siguió caminando, comprobando ahora sí, que la
música estaba más cerca que antes. Salió del camino y se adentró entre la
hierba. Se escondió detrás de un inmenso árbol con miedo a que lo descubran.
Sabía que del otro lado del tronco que lo camuflaba estaba la respuesta a la
música. Su respiración se agitó y comenzó a sudar. Al fin se animó a mirar.
Inesperadamente un velo extraño delante de sus ojos filtraba la imagen sin
dejarlo distinguir con precisión, aunque lo que veía le alcanzaba para darse
cuenta de qué se trataba. Un hombre y una mujer, sentados en un banco de
piedra, conversaban tomados de la mano. La música cesó al mismo tiempo que la
mujer abrazaba al hombre. Ramiro hizo ruido y ambos, asustados, huyeron de la
mano.
-No,
esperen… No les haré daño.- intentó decirles pero su voz fue como un gorgoteo.
Las palabras le pesaron y todo se hizo más lento.
Los
vio alejarse rápidamente. Luego despertó.
Bienvenido. Me encanta este proyecto. Y me encanta la fotografía y el texto.
ResponderEliminarUn beso o 2
Gracias socia.
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