Salvaje es el
viento
Cuántas
historias se me ocurren para escribir. A veces hasta dos o tres por día. Otras
veces hasta dos o tres por hora. Todas patrañas por supuesto. Pero a quién le
importa eso. La mayoría de los lectores quieren leer algo, lo que sea,
cualquier basura les viene bien. Cuanto más engañosa sea la historia, mejor;
cuanto más alejada de la realidad, mucho mejor aún.
Es
que la vida del hombre es un engaño. Las certezas son obra de la naturaleza.
Cierto
es que la noche es oscura, que el viento es salvaje, que la lluvia moja. Cierto
es el calor del sol, el aroma de las flores, la impenetrabilidad de la roca. El
resto son puras idioteces humanas. Los celos, la envidia, la venganza, la
avaricia, la hipocresía, el egocentrismo, la miseria. Un león no mata por
venganza, un mono no se ríe de hipócrita, mi gato no me araña por envidia.
La
única certeza del ser humano es la muerte, el fin de la vida, el fin de todo.
De los celos, de la venganza, de la avaricia y de la puta que lo parió.
La
noche seguirá siendo oscura.
El
viento seguirá siendo salvaje.
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